miércoles, 18 de septiembre de 2013

18-09-2103 Comida homenaje Juan Peralta "El hermano" en Granada.

 El miércoles por la mañana poníamos rumbo desde Onteniente a Granada para realizar un homenaje más. A un compañero que se jubilaba de la Guardia Civil, pasando a una segunda actividad de trabajo que nada tiene que ver con lo que ha realizado durante casi toda su carrera profesional, que ha sido la de Especialista en Montaña con palabras mayúsculas por ser una buena persona única y irrepetible.
 Parte de culpa de que yo sea especialista en montaña es de él, por unas carambolas de la vida pudiendo compartir los últimos 9 años de trabajo en el mismo área, disfrutando de su compañía y su gran sabiduría de la vida. 
 En la Comandancia de Granada quedamos para desplazarnos a un restaurante en las afueras de Granada, compañeros en activo de la Sección de Granada que ya se encontraban en la unidad, otro que iban llegando desde otras unidades como Álora y nosotros de Onteniente. Compañeros que están destinados en otras unidades que no tienen nada que ver con montaña pero que estuvieron con Peralta destinados, otros que están jubilados,  vamos distintas generaciones.

Imagen del periódico Ideal de Granada de un reportaje que realizo en agosto sobre Juan Peralta.
 En el año 2003 hizo cima en el mes de mayo en la cima del Everest siendo miembro del grupo expedicionario de la Guardia Civil.  Como anécdota la de llevar un tricornio metido en el mono de altura para hacerse una foto en cima que tuvo que pedir a otro alpinista, un francés  por no subir ningún compañero de la expedición y no llevar él cámara. 
Primera foto de cima con alpinistas detrás de él.
 Otra toma de cima.
 He recopilado fotos de algunas de las ocasiones en las que he coincidido con Peralta para hacerle un pequeño homenaje.
Juan escalando una de las vías equipadas en Vélez-Rubio en el año 2006.
 Nunca había un no en su vocabulario cuando se le pedía algo y esta como la foto anterior fueron para realizar un reportaje sobre la zona de escalada de Vélez-Rubio y le pedí que vinieran para que se hicieran las fotos y allí estaba.
 En noviembre de 2007 celebro con los compañeros en la Comandancia de Granada una comida de su 50 cumpleaños en la que se le hizo un homenaje por su ascensión al Everest en 2003 en el que se le entregó  su propio tricornio de cima con una foto y una placa. La anécdota es que él no supo nada ya que el compañero Santos en la foto se lo pidió para hacer alguna cosa benéfica y como siempre no hay un no se lo entrego.
 Con Juan en una práctica de espeleosocorro en el avenc ample en la Vall d´ebo (Alicante) durante una de las semanas de prácticas anuales.
 Escalando con él en el peñón de Ifach en Calpe (Alicante)
 Entrenando en su Sierra nevada que conoce de cabo a rabo. la conoce también en ocasiones guiaba a los montañeros desorientados por teléfono pidiéndoles que les dijera que veían o que actividad querían hacer.
 Juan peralta a la izquierda y Antonio "El paraca" en uno de los días de prácticas que coincidimos.
 Siempre dispuesto a todo preparado para realizar alguna actividad saliendo de la base en Granada.
 Coincidiendo en otra semana de prácticas en Málaga en la zona del chorro.
 En el couloir del Veleta.
 En otra semana de instrucción y perfeccionamiento realizando un práctica de espeleosocorro que realizamos la mitad de cada una de las unidades que pertenecen al Área de Granada. Álora (Andalucia Occidental), Mallorca(Baleares), Tenerife (Canarias), Ontinyent (Comunidad Valenciana) y Granada (Andalucía).
 Siempre en forma recogiendo material después de la práctica.
 Realizando actividades invernales en Sierra Nevada.
 Descendiendo del pico el cartujo tras hacer una actividad de entrenamiento.
Escalando en el mahimón en la comarca de los Vélez (Almería) probando las vías que tengo equipadas.
 En la cima de la pared después de escalar con Vélez-Rubio de fondo (Almería).
 Preparado para entrar en una cueva con la sonrisa siempre en la cara.
 Camino al mulhacén el año pasado.
 Durante unas jornadas de nivología.
 Siempre con una sonrisa en la cara y bromista aunque una persona seria y respetada en el momento necesario.
 Estas fotos son del miércoles pasado durante la comida, se puede apreciar que después de varias despedidas entre las que hubo una oficial hubo mucha gente para realizar otra más. Allí nos reunimos muchos amigos y compañeros que durante su trayectoria laboral habíamos coincidido y compartido con él  momentos buenos y no tan buenos. 
Juan Nieto (izquierda) otro compañero que ve como a él también pronto le pasará lo mismo, por lo que hay que seguir disfrutando del momento y cuando pase también. 
 Todos preparados para comenzar la comida.
 Con el compañero Manolo "El Bocata"(entre Alex y yo)  un peazo de monstruo en el buen sentido de la palabra alabándolo
 Una presentación con fotos, vídeos y música para recordar toda una vida le fue preparada por Juan Nieto recopilando fotografías desde muy pequeño hasta hoy que fueron muy emotivas e hicieron saltar alguna lágrima.
 Juan emocionándose viendo toda una vida, la suya.
 Un regalo recuerdo que se le hizo. Tras hacerle entrega por parte de todos y en la que el Teniente Rubén fue el vocal para dar las gracias a Juan por ser como es y toda la labor que había realizado diciéndole que aquí estamos y puede seguir contando con todos para hacer lo que le gusta que es actividades de montaña.

 Le entregamos una foto con los componentes de Ontinyent para que nos recuerde siempre en agradeciendo.
 Juan dio las gracias a todos con un discurso peculiar de los suyos que nos alegro la tarde. Fueron contando anécdotas de Juan los que se encontraban presentes que algunas ya las hemos escuchado muchas veces pero nos gusta volver a oírlas.

 Una foto para el recuerdo de todos los presentes.
 Antes de marchar nos quisimos hacer otra foto con nuestro gran amigo.
 De vuelta a casa.

 Una gran persona con la que seguiremos compartiendo aventuras por este mundo en el que es difícil encontrar a alguien como él que pueda transmitir y compartir toda su sabiduría por el camino de la vida. Una gran suerte el haberlo conocido y seguir siendo su amigo. Como dice el hermano ¡Triunfar o morir hermano!
¡Lavin!


Artículo publicado el 22 de agosto de 2013 en el periódico el ideal de Granada sobre 
Juan Peralta Castillo "El Hermano"

Casi un siglo y medio después de que el periodista Henry Morton Stanley pronunciase su famoso saludo, «El señor Livingstone, supongo», tras encontrar al célebre explorador escocés en Tanzania, el guardia civil Juan Castillo Peralta, natural de Almuñécar, dijo en el Everest una frase bastante menos conocida, pero igual de memorable:«¡Lavín! ¿Quién pollas anda ahí?». Ocurrió la noche del 22 de mayo de 2003. Por la mañana, el agente granadino de la Benemérita había coronado la cima del mundo tocado con el tradicional tricornio y, en el descenso, se había quedado sin fuerzas. Cada paso era un suplicio. «Le vi las orejas al lobo», reconoció entonces y repite ahora, cuando se cumple una década de aquella hazaña. No veía nada. Tenía las manos congeladas. El frío era una guillotina y se había quedado sin comida y el agua. Sus compañeros de expedición –promovida por el instituto armado– llevaban doce horas sin saber de él y empezaban a temerse lo peor. Sabían que en la altísima montaña lo verdaderamente complicado es bajar.
Fue entonces cuando el alpinista sexitano escuchó que alguien le llamaba:«¡Juaaan, Juaaan!». El agente se rehizo, se sacudió la sorpresa y en un granadino perfecto preguntó y exclamó todo a un tiempo:«¡Lavín! ¿Quién pollas anda ahí?». Juan Castillo Peralta estaba salvado. Dos ‘sherpas’ –montañeros nativos del Himalaya– habían salido a su encuentro. El campamento –o lo que es lo mismo: el oxígeno, el alimento, el descanso...– estaba a unos cien metros, una distancia que puede costar recorrer una vida a más de ocho mil metros de altitud. Los porteadores le abrazaron aliviados –y él a ellos– y se ofrecieron a llevarle a cuestas, pero el agente prefirió llegar al refugio por su propio pie. Estaba hecho añicos, pero quiso rematar la faena sin rendir la plaza.
La gesta de Juan, que siempre ha compartido el mérito con todos «los guardias civiles», dio la vuelta a España. El mejor resumen de la proeza fue la histórica fotografía en la que aparece Castillo Peralta en todo lo alto del Everest, con el tricornio puesto y saludando marcialmente al objetivo.
‘Ojalá estuvieras aquí’
Hoy, diez años después, Juan desvela algunos de los secretos que le animaron a seguir caminando cuando su cuerpo le reclamaba que se detuviera, que arrojase la toalla. «Le pedí a Dios que me diera fuerzas, porque creo mucho en Dios. Y también a Jesús del Paño –la popular imagen que veneran en Moclín–», recuerda.
Además, el guardia civil de Almuñécar había escrito lo siguiente en el interior del tricornio:‘Ojalá estuvieras aquí’ –‘Wish you were here’–, la sugerente balada del grupo británico de rock Pink Floyd que arranca con este verso:«Así que piensas que puedes distinguir el cielo del infierno...».
–¿Por qué eligió esa canción?, pregunta intrigado el periodista.
–«Me gustan Pink Floyd... y, bueno, yo me entiendo», responde el uniformado con una sonrisa entre misteriosa y pícara. Y el periodista no ahonda más.
Pero aparte de la mística, Juan logró escalar –y bajar– del Everest porque es un portento físico, una fuerza de la naturaleza. Hace solo unos días, a sus 55 años –se encaramó al techo del planeta con 45–, corrió la durísima Subida al Veleta, una de las carreras más exigentes del mundo, y quedó en decimotercera posición, que se dice pronto. Era la séptima vez que participaba en la brutal prueba. En las ediciones anteriores logró un quinto puesto, un cuarto... y, en una ocasión, llegó el segundo. «Ganó un inglés y yo quise felicitarle, pero el hombre estaba hecho polvo. Le estaban dando oxígeno y no podía ni hablar. Nunca repitió», refiere el guardia civil.
Recientemente la nadadora Mireia Belmonte se lamentaba de que en España importa más de qué color lleva el pelo un futbolista del Real Madrid que el récord del mundo que ella acababa de lograr en la pileta. Y llevaba razón. En este país da más que hablar el peinado de Cristiano Ronaldo –o una mueca de Messi– que cualquiera de las hazañas deportivas que consiguen personas como Juan Castillo Peralta y otros como él. Es raro, pero es así.
La injusticia es aún más flagrante si se tiene en cuenta que Castillo Peralta ha sido, hasta el día de hoy, uno de los 16 miembros del Servicio de Rescate en Montaña de la Guardia Civil (Sereim) de Granada, un equipo de élite que ha salvado decenas de vidas. No hay ninguna plusmarca deportiva que resista la comparación. Pero los grandes titulares seguirán llevándoselos los tatuajes de esta o aquella gloria balompédica. Eso no va a cambiar.
A Juan y sus ‘hermanos’ –así es como llama a sus compañeros del Sereim y, por contagio, ellos a él– no les afecta. Hoy, además, los miembros de la ‘hermandad’ están con la cabeza en otra parte. Castillo cumple 56 años y pasa a la reserva. Atrás quedarán el Tercio –su primera ‘ocupación’–, el Grupo Antiterrorista Rural de la Guardia Civil y el Sereim, y por delante, misiones más relajadas. Porque Juan deja la primera línea, pero no cuelga el uniforme. Lo más probable es que se dedique a trabajar en los dispositivos de seguridad de los edificios oficiales.
Seguridad de edificios
Si fuera así –la decisión depende de sus superiores–, a él le gustaría que su destino estuviera a una distancia lo suficientemente exigente como para bajar corriendo desde Huétor Vega, donde reside. Lo dice en serio. A Juan, que ya es abuelo, no le ha alcanzado el retiro:ha sido él quien ha alcanzado al retiro.
De hecho, sus ‘hermanos’ del Sereim están convencidos de que no se lo van a quitar de encima tan fácilmente. «Seguro que en cuanto tenga media hora libre viene a entrenar aquí con nosotros», dicen. Y más que un pronóstico, es un deseo. Porque en el Sereim, Juan es algo más que el veterano de la ‘cuadrilla’ –de los 250 agentes del servicio de montaña que hay en España en activo, es el segundo más antiguo–;el guardia Castillo es una institución.
«Personalmente, es un trozo de pan, un hombre sencillo y humilde. Mi padre era guardia civil y, cuando era pequeño, escuché muchas veces hablar de él. Para mí era un referente. Podría ser su hijo:tengo 37 años y su hijo mayor, 38», recuerda Rubén, el oficial al mando del Sereim de Granada.
–«Gracias, mi teniente. ‘Hermano’, al final vas a hacer que me emocione», responde Castillo a los halagos.
Por su parte, Antonio, el segundo más ‘viejo’ de la unidad, destaca la habilidad que tiene Juan para extraer la felicidad de los pequeños detalles. Y pone un ejemplo. «Recuerdo que nos habían encargado vigilar una instalación del Mundial de Esquí de 1995 –que, por cierto, no pudo celebrarse aquel año por falta de nieve– y la verdad es que estábamos aburridos. Yo no hacía más que quejarme y veía que Juan ponía una cara como de estar muy cabreado. Pensé que le estaba contagiando mi malhumor y que iba a estallar. Entonces va y me dice: ‘¿Ves aquel pajarillo? Pues se alimenta de tal y tal. Es alucinante’. No había escuchado ninguno de mis lamentos. Él estaba a lo suyo. Siempre positivo, siempre positivo...», rememora Antonio admirado.
Un GPS humano
Si en lo personal es un bendito –en el buen sentido de la palabra–, profesionalmente es «‘un’ máquina», enfatizan al unísono los compañeros de fatigas y alegrías del agente Castillo. No es una forma de hablar. Es verdad. «Conoce cada rincón de Sierra Nevada a la perfección. Es una brújula, un GPS humano. Hay veces que hemos tenido que llamarle cuando estaba de vacaciones para que nos ayudase a localizar a algún montañero accidentado. Le conectábamos por teléfono con la víctima para que le explicase qué veía y que Juan pudiera identificar el sitio. Y no fallaba, es increíble. En otra ocasión guió al helicóptero hasta un herido a pesar de que había una niebla muy espesa. Habíamos decidido retirarnos, pero se abrió un claro mínimo durante unos segundos y Juan dijo:‘¡Es ahí abajo, es ahí abajo’. Acertó», explica el teniente Rubén.
Entre tanto elogio, el Guardia Castillo se azora y repite una y otra vez que lo «verdaderamente importante» es el equipo. «Somos ‘hermanos’ y trabajamos como ‘hermanos’», insiste. Es el momento ideal para preguntar por los defectos de Juan, porque alguno tendrá. «En el trabajo lo da todo. A veces hay que frenar su entusiasmo».
¡‘Lavín’!

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